domingo, 28 de febrero de 2010

EL TRANVIA (Metropolitano de Tenerife)


Historia
En Tenerife ya existió un tranvía durante la primera mitad del siglo XX. Fue inaugurado el 7 de abril de 1901, con un trazado que comenzaba en la Plaza de España de Santa Cruz de Tenerife y finalizaba en la Plaza de la Concepción de La Laguna. Fue diseñado por el ingeniero y militar segobino Julio Cervera Baviera. El 27 de julio de 1904 la línea es ampliada hasta Tacoronte. En 1927 el Cabildo de Tenerife se hace con la compañía explotadora por los problemas económicos de la misma. El tranvía sigue funcionando hasta 1951, cuando, por una serie de problemas y accidentes, y la falta de competitividad frente al coche y la guagua, cesan sus servicios.
A finales del siglo XX se plantea por parte del Cabildo la construcción de un nuevo tranvía que una los dos centros urbanos de la zona metropolitana Santa Cruz-Laguna. Amplios sectores ciudadanos y en menor medida, políticos de la oposición, denuncian la falta de debate en la elaboración de este proyecto. Argumentan que se trata de un gasto innecesario al no haberse explotado adecuadamente los servicios de guaguas que existen actualmente, no realizarse políticas sobre transporte público y ni siquiera haberse planteado medidas como los carriles exclusivos. También hay quejas con respecto a que el recorrido previsto de la línea 1, entre terminales, será más largo y más caro que el mismo recorrido en guagua. También se denuncia un encarecimiento del precio del trayecto de las guaguas y una disminución del servicio de estas. Otra de las quejas está en relación con el gasto que supone este proyecto, correspondiendo una parte de este gasto con las campañas publicitarias del tranvía. Por otro lado, la mayor parte de las quejas surgen en relación a las molestias causadas por las obras. En 2004 se inician las obras que tienen prevista su finalización en 2007 con la entrada en funcionamiento de la línea 1. A finales de Diciembre de 2005 se realizan las primeras pruebas en un tramo de 600 metros entre las cocheras (en Taco) y el Hospital Universitario de Canarias (en La Cuesta).
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EDIFICIO PALACIO INSULAR (Cabildo de Tenerife) 1935-1940


La sede del órgano de gobierno insular de Tenerife está situada en Santa Cruz de Tenerife, junto a la plaza de España y el puerto. El diseño del edificio, de corte momumental se debe al reputado arquitecto tinerfeño José Enrique Marrero Regalado (1897-1956) y comenzó a construirse en 1935. Las obras concluyeron en 1940. En su interior alberga unos interesantes murales, obra del pintor originario de la isla de La Gomera, José Aguiar, que decoran el Salón Noble.

El Cabildo Insular de Tenerife se constituyó en sesión celebrada el 16 de Marzo de 1913, en aplicación de la Ley de Cabildos de 11 de julio de 1912. Sus responsables iniciaron el proceso para la dotación de unas dependencias que resultaran adecuadas para cumplir con sus funciones. Después de utilizar los salones del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife para el desarrollo de la primera sesión, la sede del nuevo organismo se instaló provisionalmente en un edificio situado en la confluencia de la Avenida 25 de Julio y la calle Numancia.
Poco después, fue trasladada a la Alfonso XIII (hoy calle del Castillo), donde permaneció hasta 1928. En ese año, debido a la necesidad de hallar un lugar de mayor amplitud para acoger las oficinas, se produjo una nueva mudanza a un inmueble ubicado justo enfrente del anterior, en el que fueron alquilados varios pisos.
Aunque ya en 1920 se había consignado 100.000 pesetas para la compra de un solar y la elaboración de unos planos sin que ello llegara a cristalizar, sólo pudo ser diez años más tarde cuando fueron dados los primeros pasos para adquirir terrenos en la zona de la Avenida Marítima donde llegaría a ubicarse definitivamente la Corporación. De esa manera, se gestionó ante el Ministerio de Fomento la correspondiente autorización. El solar fue definido en 1933 tras el proyecto de urbanización realizado por el ingeniero José Luis Escario en esa área de la ciudad.
El diseño del nuevo edificio se debe al arquitecto José Enrique Marrero. Tras la redacción del correspondiente estudio técnico, se procedió a los trámites para llevar a cabo la construcción. Así, la primera fase fue adjudicada en 1934 por la cantidad de 2,3 millones de pesetas y los trabajos comenzaron al año siguiente. En un principio, se contempló la posibilidad de destinar los bajos del edificio a la instalación de locales comerciales y las plantas superiores a un hotel. Esta última opción fue desechada.
El inmueble quedó concluido a finales de 1940 y sus oficinas tuvieron que ser ocupadas rápidamente, dado que el capitán general había manifestado la intención de destinarlas a usos propios de la administración militar. En cualquier caso, el nuevo edificio albergó en su momento diferentes dependencias de entidades ajenas al Cabildo junto a las que estaban reservadas a este último. Así, fue residencia del gobernador civil y sede de Iberia, de la Junta Provincial de Propaganda, de la Junta Administrativa de Obras Públicas y del Distrito Minero y, durante un tiempo, también de la Delegación de Hacienda.
En la actualidad, el 'Palacio Insular' sólo acoge departamentos propios del Cabildo, que cuenta, además, con otras oficinas descentralizadas en diversas localidades y con distintas sedes en otros puntos del área metropolitana. El edificio destaca por su gran torre coronada por un reloj encargado en 1950 y en su interior se puede encontrar una interesante colección de arte, en la que se incluye los murales que adornan el Salón Noble, realizados en 1960 por el pintor español José Aguiar.
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jueves, 23 de abril de 2009


Castillo de San Juan - Castillo Negro (Santa Cruz de Tenerife)
El Castillo de San Juan Bautista en el término municipal de Santa Cruz de Tenerife, isla de Tenerife (Canarias, España) fue la segunda fortaleza más importante en la defensa de Santa Cruz de Tenerife. Prevista su edificación desde hacía mucho tiempo ésta no tuvo lugar hasta 1641, bajo la presión de la política internacional suscitada al estallar la revolución de Portugal, tras la de Cataluña encontrándose pues la Isla indefensa y amenazada. Por todo ello el Capitán General Luis Fernández de Córdoba y Arce exigió personalmente a los vecinos una contribución para hacer frente a dichas obras. Con los fondos recaudados se comenzó a construir el Castillo de San Juan Bautista cerca de la Caleta de los Negros, nombre con el que se conoció popularmente, finalizando las obras en 1643. Al cabo de un siglo de existencia empezó a amenazar ruina en frente orientado al mar, siendo reformado como consecuencia de dichas circunstancias y dando como resultado el aspecto que dicho inmueble presenta en la actualidad.
Situado cerca del Parque Marítimo, consta de una torre circular en el frente del mar con explanada al descubierto y parapetos con troneras, con emplazamiento para cinco piezas de artillería. Sus alojamientos lo constituyen dos locales abovedados bajo las explanadas con una superficie aproximada de 47 metros siendo la anchura del muro de mampostería de 1,5 metros.
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PUENTE EL CABO (Barranco de Santos)


El puente de El Cabo enlaza la zona de la Iglesia de la Concepción con el antiguo Hospital de los Desamparados, salvando el accidente orográfico más importante con el que cuenta Santa Cruz: el barranco de Santos. Fue la primera infraestructura en condiciones que se llevó a cabo en la ciudad a lo largo de su historia, pues era fundamental a la hora de conectar los dos centros primigenios con los que contó la ciudad: por un lado, el barrio de El Cabo y por otro, la iglesia matriz. Este puente permitió salvar el barranco a las mercancías que desde el mismo puerto se dirigían hacia el interior de la isla por el camino de la Costa, además de conectar a las guarniciones militares del castillo de San Juan y el almacén de la pólvora con el centro urbano. A comienzos del siglo XVI ya existía un paso por encima del cauce del barranco de Santos que conectaba en este lugar ambos márgenes. Esta construcción, siempre realizada en madera, queda periódicamente destruida debido a las crecidas del barranco y su reconstrucción es una constante a lo largo de los siglos. En 1873 se encarga a Vicente A. de Armiño su reparación fortaleciendo su estructura y parapetos, pero una nueva crecida, en 1879, vuelve a abatirlo. Dos años más tarde se vuelve a levantar según proyecto Manuel de Cámara y Cruz, relevado por Manuel de Oraá y Arcocha, cuyos esfuerzos no fueron válidos para realizar una infraestructura en condiciones adecuadas. CIORANESCU, A.: Historia de Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 1978, t. III, pág. 283; FRAGA GONZÁLEZ, M0 C.: El arquitecto Manuel de Oraá y Arcocha, (18822-1889), Santa Cruz de Tenerife, 1999, pág. 158.
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martes, 31 de marzo de 2009

Mercado de Nuestra Señora de África (La Recoba)


Historia
Fue mandada a construir por el Capitán General de Canarias, jefe de la jefatura del Mando Económico, el General Ricardo Serrador Santés.
05 de agosto de 1942
Esa mañana se iniciaban las obras del nuevo mercado santacrucero, que ocupará una superficie aproximada de cinco mil metros cuadrados, ubicado en la prolongación hacia el sur de la calle Valentín Sanz, en el cruce de San Sebastián, o sea, en la desembocadura de un nuevo puente que habría de construirse sobre el Barranco de Santos, que actualmente se conoce como puente de Serrador.
Para dicho proyecto se contrató al arquitecto José Enrique Marrero Regalado, con el que se buscaba darle una nueva imagen a la ciudad. Paralelos a dicho proyecto se construyó el puente Serrador ( en honor a Ricardo Serrador Santés) que cruza el barranco de Santos (el puente conecta la Calle Castillo con el mercado).
El día 4 de enero de 1944 se inaugura el Mercado de Nuestra Señora de África, que lleva este nombre en recuerdo de la onomástica de la esposa del General Serrador. En el acto inaugural el capitán general Sr. Francisco García-Escámez cortó la cinta simbólica, inaugurando el puente, y el obispo de la diócesis procedido a su bendición.[
Características
El diseño estético del mercado presenta un aire colonial con un moderno sentido arquitectónico y urbanístico, con tres grandes patios de grandes proporciones, uno central, que se asemeja a una plaza de estilo español clásico, y dos laterales, (patio poniente y patio naciente) y una planta baja.

El Arco, el patio central y la torre de estilo mudéjar constituyen los principales recursos proyectuales del conjunto, que fue concebido en función del concepto de fortaleza, puesto de moda por el estilo californiano de "misiones".
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martes, 24 de marzo de 2009

Santa Cruz de Tenerife, algo de historia


Antes de la llegada de los conquistadores castellanos, el territorio donde hoy se asienta la ciudad estaba constituido por zonas de vegetación salvaje pertenecientes al menceyato (reino) de Anaga, que gobernaba el Mencey Beneharo. La historia prehispánica de la ciudad está protagonizada por el legado de los guanches y por algunas expediciones extranjeras que llegaban a la costa. En 1494, en uno de estos viajes, arribaron los castellanos y establecieron en Santa Cruz el campamento base para la conquista de la isla, que se prolongó hasta 1496, año en que Tenerife fue incorporada a la Corona de Castilla.

Desde el principio el núcleo económico de la ciudad residía en el puerto. El primer muelle, construido en 1548, se localizaba en la playa de Añazo, pero fue destruido por un temporal. El actual puerto se corresponde con cuatro antiguos puntos de atraque en el litoral municipal: el puerto de Caballos con la caleta de Negros, la caleta de Blas Díaz, Paso Alto y el Bufadero. La bahía de Santa Cruz era apreciada por los navegantes debido a sus ventajas naturales, que la convertían en foco de avituallamiento para los navíos que partían hacia el Nuevo Mundo.

Al final del siglo XV se empezó a formar una sociedad heterogénea compuesta por soldados, marineros, mercaderes y los propios guanches que llegaron a integrarse. Los primeros asentamientos poblacionales se localizaban en el entorno del castillo de San Cristóbal, una fortaleza que protegía al pequeño pueblo de casitas terreras que se iba creando. En la segunda mitad del siglo XVI se empezó a construir la primera plaza, situada frente al castillo, que se denominaría plaza de la Pila y se corresponde con la actual plaza de La Candelaria. A lo largo de la costa se construyeron nuevos castillos defensivos porque los santacruceros tenían que defenderse de los frecuentes ataques de corsarios y piratas berberiscos, galos e ingleses. Hasta la Armada Británica, con el almirante Nelson al frente, cayó derrotada el 25 de julio de 1797. Este episodio, por su trascendencia, marcará la historia de la ciudad.

Santa Cruz siguió creciendo y pronto se topó con el obstáculo del barranco de Santos que fue salvado con la construcción de varios puentes: puente de El Cabo, puente Zurita, puente de Las Asuncionistas, etc. Poco a poco se fue formando un tejido urbano a ambos lados del barranco compuesto por pequeñas calles y caminos de herraduras.

En el siglo XVIII se produjo la primera expansión de Santa Cruz, derivada de una serie de factores, como el traslado de la residencia del comandante general desde la ciudad de La Laguna al castillo de San Cristóbal. El trasvase de la capitalidad de la isla originó una nueva dimensión administrativa. Además, en 1803 Santa Cruz fue considerada villa exenta y se constituyó el primer ayuntamiento. La ciudad cobró importancia y a ello había contribuido también la destrucción del puerto de Garachico, a causa de la erupción volcánica de 1706, pues trajo consigo un desplazamiento de la actividad económica y comercial y el establecimiento de una burguesía que quería controlar los negocios portuarios.

Esta creciente población es la que pronto demandó servicios y zonas de ocio. La Alameda del Duque, la plaza del Príncipe, la plaza de Weyler y la recova acogían el bullicio y el trasiego de los santacruceros. A los primitivos núcleos, como el Toscal, se fueron añadiendo parcelas de casas y parques que compusieron nuevos barrios. En el siglo XX y con la llegada de la modernidad y el "boom" demográfico, la ciudad extendió sus límites todo lo posible hasta convertirse en la gran urbe que es hoy y cuyas fronteras se desdibujan por la cercanía de las aglomeraciones urbanas de los municipios colindantes. (Ayto. S.C. Tenerife)
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viernes, 13 de marzo de 2009

Hotel Quisisana


Hotel Quisisana


Una finca rústica propiedad de Enrique Wolfson, un inglés de origen ruso, se convertía en 1904 en el hotel Quisisana. Proyecto del arquitecto Mariano Estanga, el inmueble fue levantado siguiendo el estilo victoriano. A la propiedad se accedía por la actual rambla General Franco, en el cruce con la calle Viera y Clavijo.
Ésta era una de las instalaciones hoteleras que se crearon en la Capital al calor del incipiente fenómeno del turismo. Como tantos otros, el Quisisana respondía a una iniciativa extranjera, como en el caso del hotel Británico, del mismo arquitecto, después Battenberg (que sería posteriormente un sanatorio, hasta que fue derribado en 1970).
Ubicado en la zona alta de Santa Cruz y a pesar de haber perdido su nombre, hasta hace poco tiempo existía una placa que lo recordaba en el tramo de calle que va desde Enrique Wolfson a Emilio Serra Fernández de Moratín, y que ahora se llama paseo de Las Escuelas Pías.



A falta de turismo, que, según cuenta Alejandro Cioranescu en su Historia de Santa Cruz, sufría importante altibajos, el hotel se transformó en colegio particular de segunda enseñanza. Todo ello ocurría en plena postguerra, después de la contienda civil que azota a España entre 1936 y 1939.
El hecho de la llegada de los Escolapios a la Isla respondió a la iniciativa y el interés de un conjunto de personalidades relevantes de la sociedad tinerfeña del momento, para formar a la infancia y la juventud de la Capital.
Esta orden contaba ya con una academia en las proximidades del puente Galcerán y, por tanto, tenían ya cierta relación con Tenerife.
Las clases se instalaron en las antiguas habitaciones del hotel, reservando el salón de entrada, de gran capacidad, junto al torreón bajo, tal y como explica el propio Lemus en su artículo.
También cuenta que, como zona de juegos, se usaba la pista de tenis, que estaba en la calle Emilio Serra Fernández Moratín, donde no existía ninguno de los chalés de la actualidad, excepto La Palmita, de Wilfred Moore.
Todo ese ámbito era una ladera de árboles, fundamentalmente grandes eucaliptus, que formaban parte de los jardines del hotel.
Para que los escolares pudieran acceder, existía una estrecha escalera desde la cancha de tenis y cuyo primer tramo se conserva aún.
La estrechez de la subida al Quisisana obligó recientemente a modificar el sentido del tráfico. Hasta hace apenas dos años, los coches subían y bajaban por este escueto camino, lo que provocaba constantes atascos.
La decisión del Ayuntamiento consistió en dejar la vía sólo para las subidas y desviar la bajada a otra calle. (El día)
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